Vamos a contarte la historia de Ángela, una mujer emprendedora y valiente a la que rinde homenaje el nombre de nuestro establecimiento. Su apasionante vida y su maestría en los fogones son una referencia y una fuente de inspiración para nosotros. Continuar su legado es un orgullo, pero también una gran responsabilidad.
En nuestro trabajo diario, nuestro objetivo es estar a la altura de una mujer que, con honestidad, constancia, audacia y pasión, supo hacer de la comida casera tradicional un arte y un placer para los sentidos.
Ángela, una mujer valiente e inspiradora
Eran tiempos grises y difíciles, sobre todo, para una mujer avanzada a la época, como Ángela. Hacer realidad todos sus sueños y proyectos era complicado en la Barcelona de los años sesenta.
Pese a todo, un día, sin apenas equipaje y con poco dinero en los bolsillos, decidió subirse a una Lambretta y poner rumbo a Francia. Esta icónica moto era un símbolo de libertad, independencia y estilo por aquel entonces. Más allá de La Jonquera, asomaba un nuevo horizonte y la promesa de una vida mejor.
Acompañada por su marido, comenzó a labrarse un futuro en la cocina de un restaurante del país vecino. Durante varios años, trabajó duro y demostró su talento en los fogones. Logró ganarse el respeto y la confianza del propietario del restaurante. Tanto fue así que, cuando este se jubiló, decidió traspasar el negocio.
Aún cuando Ángela no disponía del capital necesario para pagar el traspaso, llegó a un acuerdo con el antiguo dueño para financiarlo en cinco años. Además, este le ofreció apoyo económico para facilitarle las primeras compras a los proveedores.
Bastó la confianza mutua, un acuerdo de palabra y un apretón de manos para que se convirtiera en empresaria. Su éxito fue notable. La cocina de Ángela conquistó los paladares de un número cada vez mayor de clientes.
Aunque hubiera podido continuar su negocio en Francia, Barcelona estaba siempre en su memoria y la nostalgia la empujó a regresar a casa. Se había marchado casi sin nada y volvía convertida en una exitosa emprendedora.
De nuevo en Barcelona
Ángela regresó a Barcelona con algunos ahorros y muchas ganas de triunfar en su propia tierra. Por ello, decidió abrir un restaurante en un lugar emblemático de la capital catalana: justo al lado de la Sagrada Familia. Lo llamó restaurante La Palmera.
La Palmera se hizo pronto célebre entre los vecinos de la zona por sus exquisitas tortillas de patata y sus paellas. La apuesta de Ángela por la cocina tradicional basada en ingredientes de primera calidad fue todo un acierto. No tardó mucho en abrir cuatro restaurantes más.
Mientras La Palmera se convertía en una referencia gastronómica y Ángela crecía como empresaria, Barcelona también se transformaba. Los bares de tapas de toda la vida y los restaurantes tradicionales cerraban y cedían el paso a las poderosas franquicias. En las zonas más turísticas, resultaba cada vez más difícil competir con la pujanza de cadenas internacionales que desembarcaron respaldadas por grandes inversiones y un marketing eficaz.
A pesar del nuevo contexto, Ángela decidió continuar haciendo lo que mejor sabía: elegir las mejores materias primas y cocinarlas con maestría. Gracias a su tenacidad y a su talento, La Palmera siguió siendo el lugar emblemático en el que los vecinos del barrio y muchos turistas disfrutaban siempre de un trato acogedor y de sabores extraordinarios.
Ángela creía en el poder de seducción de la cocina casera catalana y española. Desde luego, tomarse un arroz inigualable o unas gambas al ajillo al pie de la Sagrada Familia es una experiencia única con la que ninguna franquicia puede competir.
De La Palmera a Casa Angela
El éxito de Ángela se basó en la autenticidad, la honestidad y el saber hacer. Ella fue siempre consciente de que la clave para triunfar en la restauración es apostar por los mejores productos, aprender cada día y prestar atención a cada detalle. Es lo que seguimos haciendo ahora en el restaurante que lleva el nombre de esta mujer emprendedora cuyo ejemplo nos sirve de orientación y de motivación.
En el año 2017, decidimos que el trabajo de toda una vida no puede caer en el olvido. Somos Manel y Joaquim, dos apasionados gourmets dispuestos a asumir la responsabilidad de seguir el camino que Ángela inició. Lo primero que hicimos fue cambiar el nombre del establecimiento: lo llamamos Casa Angela en su honor.
Nuestro objetivo es conservar la esencia del bar de tapas y restaurante que Ángela creó. Queremos que Casa Angela sea un punto de encuentro en el que locales y turistas puedan disfrutar de la mejor tradición culinaria.
Solemos definir nuestra propuesta gastronómica como “honestamente tradicional”. Honestidad, en este caso, significa fidelidad a una forma de cocinar basada en materias primas cuidadosamente seleccionadas y en platos caseros cocinados según las recetas originales.
En Casa Angela no faltan los platos clásicos de nuestra gastronomía, como las paellas, con su delicioso socarrat, el pulpo a feira, la jugosa tortilla de patatas o la ensaladilla rusa. Si nos visitas, puedes asimismo degustar unos fabulosos buñuelos de bacalao, nuestras deliciosas gambas XL al ajillo, patatas bravas, canelones, croquetas, etc. En nuestra carta de arroces, descubrirás manjares como el arroz negro, el arroz con pulpo o el arroz ibérico.
Todos los platos que ponemos a tu disposición en nuestra carta están elaborados con la máxima meticulosidad para hacerte disfrutar de una experiencia culinaria inolvidable. Además, puedes degustarlos mientras admiras la belleza de la Sagrada Familia.
La vida de Ángela y su arte en la cocina nos ayudan a esforzarnos cada día para estar a la altura de su magnífico legado. El ejemplo de esta mujer emprendedora es una gran motivación para tratar de alcanzar la excelencia en cada uno de los platos que te proponemos. Si pasas cerca de la Sagrada Familia, nos encontrarás fácilmente. Entra a conocernos y a probar cualquiera de nuestras especialidades. Hacer que salgas satisfecho es nuestra prioridad y nuestra manera de comprobar que hemos aprendido bien la lección vital y profesional de Ángela.
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